A PROPÓSITO DE, WHEN GOD TALKS BACK: Understanding the
American Evangelical Relationship with God. T.M. Luhrrmann. Alfred A. Knopf. 2012, KURT
SCHNEIDER IN BORNEO: DO FIRST RANK SYMPTOMS APPLY THE IBAN? in Schizophrenia. Culture and subjectivity. Hunter and Robert. Eds.
Cambridge University Press, 2004[1].
DILUCIDARIO DEL ESPÍRITU VERDADERO de
Fray Gerónimo Gracián (1604)[2].
1.- No es fácil
creer en Dios, dice Luhrmann en las primeras páginas de este libro. Dios es
invisible, no podemos estrechar su mano, verlo con nuestros ojos ni oírlo con
nuestros oídos y no da signos ordinarios de su existencia. Los libros sagrados
están llenos de contradicciones imposibles, de creencias absurdas, de padres
invisibles, serpientes que hablan y muertos que resucitan y ascienden a los
cielos. Sin embargo la gente cree en Dios y lo hace masivamente. El 95 % de los
americanos, según una encuesta Gallup,
creen en la existencia de Dios; dos tercios lo hacen también en ángeles y
demonios a los que consideran activos en nuestro mundo y al menos una quinta
parte aseguran que reciben respuestas directas de Dios a sus plegarias al menos
una vez a la semana. Muchos americanos no sólo creen en Dios: lo experimentan
directamente e informan de contactos repetidos con lo sobrenatural. Es de algunos
de estos creyentes, los de la iglesia evangélica Vineyard, de los que se ocupa el libro de Luhrmann que escrito en
una prosa sin apenas síntesis ni puntos y aparte, y con numerosos relatos de
casos, tiene el aspecto formal de una novela
río de espaldas a la prosa de otras ciencias, (aunque habitual en
Antropología), que parece ser tradicional en esta autora.
2.- A principios de
siglo un millón de personas afirmaban no tener creencias religiosas. Hoy lo
hacen mil millones pero la situación no parece irreversible. El 96% de los
rusos de hoy creen en Dios después de setenta años de ateísmo militante y es
ahora habitual ver al presidente ruso asistir a la misa del gallo en una
iglesia ortodoxa moscovita[3]. Una iglesia
pentecostalista de prácticas semejantes a la Vineyard, la Winner´s Chapel,
en menos de veinte años ha conseguido la adhesión de decenas de miles de
fieles en 32 países africanos y el Movimiento Carismático Cristiano que
cuenta entre sus fieles con la política republicana americana, Sarah Palin,
tiene más de 60 millones de fieles en todo el mundo.
Los estudiosos no
creyentes ante esta pasividad, persistencia y resucitación de la creencia en
Dios que muestran las estadísticas, suponen que debe existir algún tipo de
proceso pre-programado (hardwired)
que surgió en la evolución para fines más útiles que sería el responsable de
que esta creencia se mantenga. Imaginemos, dice Michel Sermer, un homínido caminando por la
sabana africana hace dos o tres millones
de años. Escucha un ruido entre la hierba alta. ¿Será un depredador o el
viento?. Si piensa que es un depredador, aunque sea el viento, no pasa nada. Huye y salva la
vida. Este es un error de tipo I, un falso
positivo, es decir, creer que un patrón es real, (un depredador), cuando no
lo es. Si piensa que es el viento cuando se trata de un depredador, comete un error de Tipo II, falso negativo,
de consecuencias fatales para su supervivencia pues el error le cuesta la vida.
Según Sermer, somos primates detectores de patrones, significativos o no, en el
ruido ambiental, pero en términos evolutivos, los falsos positivos, pensar que
hay un depredador cuando no lo hay, proporcionan muchas más posibilidades de
sobrevivir que los falsos negativos. Este sesgo evolutivo que nos lleva a ver
“agentes intencionales” donde no los hay, se convierte en visiones del mundo
por defecto. Las religiones, más apropiado sería decir la religiosidad, como
defienden numerosos autores en libros como Breaking the spell de
D.Dennett, Religion Explained de Pascal Boyer o Darwin´s Cathedral de
Sloan Wilson entre otros muchos, serían un subproducto accidental del modo en
el que ha evolucionado nuestra mente. Esa religiosidad adoptaría la forma de
las religiones establecidas según el lugar de nacimiento y la educación recibida
y entre estas religiones está la Vineyard.
Con
todo, para Lurhmann, esta visión evolutiva es de corto alcance porque los
creyentes saben que no hay evidencias para su creencia pero eligen la fe a
través de un lento, cuidadoso, y deliberado compromiso. Saben que es difícil
creer en seres invisibles y dudan y luchan contra esas dificultades pero eligen, a pesar de ello, vivir en contra
de las evidencias. La fe es una decisión de vivir como si esas creencias fueran
reales incluso cuando dudan. Lurhmann escribe este libro, dice, para explicar a
los no creyentes como las personas llegan a experimentar a Dios como real y es
un nuevo tipo de Dios el que ahora se expande por las iglesias evangélicas
americanas. En las últimas décadas una nueva generación de americanos ha
imaginado un Dios mucho más personal que no sólo se preocupa del bienestar general
y del más allá sino de cosas cotidianas como pintar o no pintar la mesa del
comedor o comprar un coche u otro. Este nuevo tipo de Dios, es una especie de confidente que se implica en todos los aspectos de las vidas de
sus fieles de un modo que mezcla
aspectos de las iglesias carismáticas con procedimientos de la psicoterapia
moderna.
3.- Las iglesias protestantes americanas son
casi todas locales, de ahí, la enorme proliferación de nombres que hacen
difícil orientarse a quien se acerca a
esa religiosidad. Casi todas se definen como evangélicas aunque tampoco es muy
fácil de precisar lo que este término significa. Para Lurhman, hay tres rasgos
que comparten estas iglesias: la creencia en la verdad o casi verdad literal de
lo que cuenta la Biblia; la creencia de que la salvación sólo puede conseguirse
a través de una relación con Cristo o siendo un renacido (born-again); la creencia de que uno debe evangelizar y compartir la
buena nueva con otros. Al margen de
estos principios comunes, la diversidad entre las iglesias es enorme. Los
Pentecosalistas, por ejemplo, enfatizan la relación directa con Dios o el hablar en lenguas pero los Batistas
conservadores consideran esta práctica anatema. En general, todos quieren que,
de un modo u otro que Jesús sea real en sus vidas y consideran los evangelios,
no como poesía o literatura, sino como historia. La fuente del pentecostalismo
es la Iª Epístola a los Corintios
donde Pablo habla de los dones recibidos del Espíritu Santo, entre ellos, el
don de lenguas, los milagros o las profecías. Los que piensan que estos dones
no son cosa de tiempos pasados, como si hacen los dispensacionalistas, (en cada época Dios tiene diferentes planes y
relaciones por lo que los milagros y el don de lenguas no ocurren en nuestro
tiempo), y enfatizan, buscan y recurren a estos dones, forman parte del
movimiento llamado “carismático”.
4.- Luhrmann, a
quien le debemos un interesante libro sobre la psiquiatría en los Estados
Unidos, Of Two Minds, es
psicóloga y antropóloga y pretende en este libro, (considerado por algunos
reseñadores como, the
most insightful study of evangelical religion in many years), estudiar
como los fieles de las muchas iglesias evangélicas de Estados Unidos a los que
Dios responde y se les hace presente cuando rezan, consiguen esa comunicación.
Durante dos años asistió a una de ellas, la Vineyard, entrevistó a sus
fieles y pastores y acudió a sus reuniones caseras de oración como
observadora-participante[4].
Para los fieles de esta iglesia, escuchar las respuestas de Dios a sus
preguntas es algo que es necesario aprender y ese aprendizaje lleva tiempo, para
lo que existen numerosos manuales. Uno de ellos, Dialogue with God, proporciona cuatro claves para dialogar con Dios:
aprender a reconocer la voz de Dios en los pensamientos cotidianos; situarse en
un sitio tranquilo y silencioso; prestar atención a sueños y visiones y anotar
el diálogo ya que poner por escrito el diálogo con Dios externaliza y concreta
la experiencia subjetiva interior y hace borrosa la frontera entre lo interior
y lo exterior. La plegaria activa es
un modo de obtener respuestas pero hay, según los manuales, modos más mundanos
de identificar la voz de Dios. El principio es el mismo; lo sobrenatural está
presente en la vida diaria y si se sabe prestar atención se podrá captarlo. Las
coincidencias, por ejemplo, pueden
ser una de las maneras en las que Dios responde. Madeline, que deseaba tener un
hijo, paseaba desesperada por las orillas de un lago mientras pedía a Dios una
respuesta. De repente vio una luna llena, “la luna llena más grande que yo
había visto en mi vida” y supo que era la respuesta: Yo supe que en ese momento Dios había respondido… Estaba embarazada.
Esta certeza tiene, en ese tipo de cristianismo, un nombre técnico, certeza noética, pero su semejanza formal con una percepción delirante
hace que no sea fácil distinguirlas psicopatológicamente, dificultad que se
repetirá con las demás experiencias sobrenaturales que experimentan
habitualmente estos creyentes.
5.- Estos
fieles también escuchan a Dios a través de la escritura. No se trata de que la
lectura diaria de la Biblia les proporcione el sentimiento de comenzar el día
limpios como si hubiesen tomado una ducha. Cuando estos evangélicos dicen que
Dios les habla a través de la Biblia, se refieren a un sentimiento físico, a
una emoción en respuesta a un pasaje que se graba en su corazón o golpea sus
mentes. En realidad, le decía Sam, un creyente, a Lurhmann: Dios siempre nos está hablando a través de
la Biblia pero tenemos que aprender a escucharlo. Este proceso en el que el
acto de leer un texto se convierte en un diálogo, no es algo desconocido para
la crítica literaria que considera que la lectura de un texto cualquiera altera
ese texto pues es el lector quien le da sentido al leerlo.
Otra de las
experiencias espirituales intensas que como las dos anteriores se observa a
través del mundo, es la crisis espiritual (spiritual
seizures): sucesos como experiencias místicas, de cercanía con la muerte o
extracorpóreas son frecuentes. Yo mismo pude experimentar como el tiempo se
detenía y la vida pasaba en la mente como una película mientras iba por el aire
atropellado por un coche cuando circulaba en bicicleta. A menudo, no fue mi
caso, inducen un sentimiento de transformación y de cambio.
Dios también se
manifiesta a través de los sueños pero sobre todo, lo hace en el habla interior para lo que los fieles de
esta iglesia deben desarrollar un sistema de detección y reconocimiento de
patrones que los haga expertos en el reconocimiento de las respuestas de Dios
en medio del fluir constante del habla interior. Lurhmann, compara este
aprendizaje con el de catar un vino que exige entrenar la percepción, reconocer
el sabor de las uvas, el tanino, el sabor afrutado o no, la acidez, el sabor a
madera o su ausencia. Se necesita un sistema de discriminación de categorías - que
en el caso del vino parecen a veces floreadas y ridículas pero que funcionan -
y al que son ajenos los que no han sido entrenados en esa tarea de cata. Para Lurhmann, reconocer la voz de
Dios no es muy diferente a la cata de un vino pero, a diferencia del vino, Dios
no tiene una etiqueta informativa en la botella cuando lo sacamos de la bolsa de
papel. Otro ejemplo empleado por Lhurman, es la de un especialista en ecografía
que necesita horas de entrenamiento perceptivo para distinguir el perfil de un
feto sobre el borroso ruido de fondo de
grises de la pantalla.
6.- Los fieles
de esta iglesia no sólo tienen que aprender a escuchar a Dios sino también a
sentirse amados por él y eso tiene sus prácticas específicas y Lhurman es
consciente de que estas prácticas comparten muchas cosas con la psicoterapia
aunque a diferencia de la psicoterapia convencional, aquí, el “terapeuta” es
más poderoso y perfecto que cualquier terapeuta humano, no cobra, y siempre
está ahí. El Dios de la iglesia Vineyard,
no es el Dios colérico de la época medieval. En esta nueva narrativa el
problema es el dolor emocional y la culpa, un infierno en vida. Sus
protagonistas temen la soledad no la muerte y eso se resuelve con el infinito
amor y bondad de un Dios “que te ama a ti” y la tarea fundamental de todo este entrenamiento
es aprender a creer que eres amado. El pecado se considera no una conducta
prohibida sino el sentimiento de estar separado de Dios. En la vida laica, las
gentes que sienten que su vida emocional es dolorosa, acuden a los terapeutas
para aprender una forma de vivir más saludable aunque el proceso es indirecto e
impredecible. En esta iglesia, dice
Lhurman, el cielo y el infierno casi han desaparecido lo mismo que el futuro.
El dolor emocional y el sufrimiento ocurren aquí y ahora y la redención al
sentirse amados por Dios también. En esta historia, el cielo y el infierno están dentro de nosotros: son emociones.
7.- Lhurman
pudo recoger en su investigación, seis prácticas para favorecer esta relación
con Dios. La primera de ellas que llama llorar
en presencia de Dios ocurre cuando alguno de los fieles comienza a sollozar
y después a gritar, cosa que sucede a menudo. Los demás miembros lo rodean,
ponen sus manos sobre su cabeza, lo abrazan
y rezan por él pidiendo a Dios que lo mantenga seguro, sano y protegido.
Ver desde la perspectiva de Dios es
una práctica que Lhurman tuvo dificultades en entender ya que las respuestas a
sus preguntas eran siempre vagas. Cuando se dio cuenta de que el problema estaba
en que se comportaba como una observadora y no como una participante, fue capaz
de entender lo que ocurría a partir del concepto de Austin de los performativos. Cuando los fieles decían
esas vaguedades no pretendían decir algo, ni aclarar algún concepto; pretendían
“hacer”, del mismo modo que un “yo juro”, en un tribunal o un “si quiero” en
una boda, es un acto. Uno de los libros más influyentes y leídos a este
respecto es el de Rick Warren, The
purpose driven life, en el que nunca habla de condena ni de castigos
divinos. El libro ayuda a identificar ciertos pensamientos como malos e
interrumpirlos de modo muy semejante a los métodos que emplean la terapia
cognitiva-conductual. Para este autor, Dios quiere ser incluido en toda
conversación, toda actividad, todo problema e incluso todo pensamiento. La
tercera práctica es más familiar: practicar
el amor, la paz y la alegría. La cuarta, Dios el terapeuta, es analizada por Lhurman a través de conceptos
psicoanalíticos pues este terapeuta divino es imaginado por los fieles con los
mismos atributos que el psicoanalista
Roy Schafer considera propios de la actitud analítica, incluyendo la transferencia,
con la “ventaja” añadida de que Dios no cobra, no se equivoca y no hace
interpretaciones erradas. Las dos últimas prácticas son, reelaborar a Dios como el padre, (Dios no sería una simple
proyección de un padre idealizado como pretendía Freud) y las cascadas emocionales, momentos en los
que de modo repentino e imprevisible el creyente siente que Dios lo ama.
8.- Este cambio
de la narrativa sobre Dios, ocurrió en los años 60 del siglo pasado, al menos
en los Estados Unidos, donde se produjo no sólo una revolución espiritual sino
también una revolución psicoterapéutica: la
cristiandad evangélica que surgió en los años 60 es fundamentalmente
terapéutica… la meta (es)… convencer
a los fieles de que sus vidas tienen un propósito y de que son amados (por
Dios).
A finales del
XIX, estudiosos alemanes de lo que después se conocería como criticismo histórico, afirmaron que los
textos bíblicos tenían al menos cuatro fuentes diferentes hasta que un editor
desconocido los unificó de modo inteligente. Había por ejemplo, dos versiones
diferentes de la creación, una asociada con Elohin y otra con Yavhé, que
diferían notablemente en cuanto a la creación. Los alemanes suponían que al
separarse Judea de Israel las dos versiones fueron también elaborándose de modo
distinto y lo mismo pasaba con el diluvio universal que tenía su fuente en
textos babilónicos. Este criticismo chocaba frontalmente con las ideas de la
mayoría cristiana que pensaban que la Biblia era la palabra de Dios y por lo tanto
no contenía errores pero, la mayoría de las iglesias evangélicas en Estados
Unidos ante estas críticas, comenzaron a liberalizarse a principios de siglo
suavizando o quitándole énfasis a todo lo sobrenatural (nacimiento virginal de
Jesús, milagros, resurrección física etc.). Afirmaban que los textos sagrados,
aunque inspirados por Dios, habían sido escritos por humanos y contenían
errores científicos y juicios equivocados propios de la época. Esta evolución
horrorizó a los que serían llamados desde entonces fundamentalistas que mantenían su creencia en la exactitud y
autoridad de los textos incluyendo los milagros. Aseguraban que el cristianismo
liberal no era una nueva interpretación de la fe sino una nueva religión que
además era anticristiana. Con todo, pensaban que los sucesos sobrenaturales
narrados en la Biblia pertenecían a la época de los apóstoles y ya no eran
posibles porque la revelación estaba “cerrada”. Había pues dos tendencias: un
modernismo racionalista para el que los elementos sobrenaturales de la Biblia
no eran más que restos folklóricos y un fundamentalismo que afirmaba que estos
sucesos sobrenaturales habían tenido lugar en el pasado. Entre estas dos tendencias surgió a finales del siglo XIX, el Pentecostalismo de la
mano de Charles Parham, un pastor de Topeka,
Kansas, que retomando el advenimiento del Espíritu Santo en Pentecostés,
cuando Cristo descendió de los cielos y concedió el
don de lenguas a los apóstoles, proclamó que el bautismo en el Espíritu
Santo iba siempre acompañado por el don de “hablar en lenguas”, lenguas que, ni siquiera el propio hablante comprendía.
Parham, llegó a la conclusión de que del mismo modo
que estos antiguos discípulos de Cristo “hablaban en lenguas” (speak in
tongues), todos los que siguieran a Cristo deberían también tener ese don[5]. La nueva iglesia que
fundó tuvo al principio pocos seguidores pero esos pocos entraban en una
especie de trance y hablaban una lengua ininteligible que se suponía un nuevo
lenguaje humano o la lengua de Dios. Fue el terremoto de San Francisco con su
enorme devastación, lo que llevó a esta nueva iglesia, conocida desde entonces
como Pentecostalista, miles de fieles y marcó el inicio de su expansión.
Los
fundamentalistas veían este nuevo movimiento como un emocionalismo o como una
religión de iletrados, montañeses y campesinos incultos. Hay una tentadora
correlación entre estos episodios disociativos y los ascensos y descensos del
fervor religioso. Los Estados Unidos son un país muy religioso pero a veces, el
fervor llega a extremos poco comprensibles. Hubo por lo menos cuatro períodos
de máximo fervor religioso: 1730-60, 1800-40, 1890-1930 y de 1965 hasta hoy. En
esos años era muy probable que los americanos tuvieran experiencias religiosas
poco comunes en las que hablaban en lenguas, tenían visiones, pérdida de
conciencia y procuraban que esos episodios ocurrieran en público para dar
testimonio de la presencia de Dios en sus vidas. Fueron los llamados Grandes Despertares y Born Again (renacidos) y para Lhurman
este tipo de fenómenos religiosos están ocurriendo hoy en día. La mitad de los
niños nacidos del baby-boom de los
años 50 que, cuando llegaron a la juventud habían desertado de las iglesias
volvieron a la religión pero no a la mainstrean,
a las iglesias más o menos oficiales, sino a estas iglesias que ponían la
experiencia espiritual en el centro de sus prácticas. Fue lo que se llamó la generación
de buscadores, en su mayoría hippies, (Jesuscristo
Superstar y Gospel son de ese
tiempo) que dio también nacimiento a la New
Age. Millones de americanos intentaron la meditación, el Tarot, los
cristales egipcios, o los viajes astrales. Lo que estas técnicas enseñaban era
a prestar atención al fluir de los propios pensamientos y a identificar
aquellos que podían venir de otro ser, porque, como enseñaban los libros de
plegarias, la voz de Dios sonaba como los propios pensamientos más que como una
voz audible. Para llegar a ese estado era necesario conseguir lo que Lhurman
llama “absorción” que estaría mejor
definido con una palabra española que no existe en inglés: ensimismamiento.
9.- Para Luhrmann, los fieles de esta iglesia
creen estar en relación personal e íntima con Dios porque han sido entrenados
para adoptar una teoría de la mente diferente en la que una parte de sus monólogos
interiores son atribuidos a Dios que participa de ese modo en la vida diaria de
estos creyentes aconsejándolos tanto en los aspectos más triviales como en los
importantes lo que unido a las prácticas pentecostalistas, más o menos
suavizadas, y a su relación con las modernas corrientes terapéuticas blandas,
ha favorecido su inesperada expansión: Dios
quiere ser tu amigo; debes desarrollar esa relación a través de la oración; la
oración es un trabajo duro que requiere esfuerzo y entrenamiento; cuando desarrolles
esa relación Dios te responderá a través de pensamientos e imágenes mentales
que el pondrá en tu mente y a través de sensaciones que el provocará en tu
cuerpo… Cuando Dios no responde, los guías de la iglesia lo reinterpretan
como una prueba de la madurez del orante al que Dios considera lo bastante
fuerte en su fe como para no necesitar su presencia cotidiana.
Estos
creyentes oyen voces, tienen pensamientos que no son suyos, visiones y
sensaciones táctiles sin presencia humana… No sé que pensaría el psiquiatra
alemán Kurt Schneider de esta “fabricación” o auto-inducción de síntomas
semejantes a los que él consideraba de
primer orden para el diagnóstico de una esquizofrenia conseguidos a través del entrenamiento y la
oración y sin duda, no es fácil psicopatológicamente, al menos teóricamente,
diferenciar estos síntomas adquiridos de los de primer orden espontáneos
propios de la esquizofrenia.
Los Iban viven
en el noroeste de Borneo, en Sarawak, territorio del mítico Sandokan de
Salgari, que hoy forma parte de Malasia. Fueron piratas crueles y cortadores de
cabezas. Viven en casas largas (longhouses)
en grupos de 200 con un espacio para cada familia delimitado de forma sencilla.
Desde los años 60 su nivel y modo de vida han mejorado mucho. Hay carreteras,
servicios de salud, y la alfabetización en su propio idioma se ha conseguido
por medio de un alfabeto latino. Robert John Barrett, un psiquiatra
australiano, trabajó varios años con los Iban. Pretendía traducir a su idioma
el PSE, (Present State Examination), una
entrevista formalizada, lo que lo
enfrentó con varios problemas. Trabajando con informantes locales pudo reunir a
50 pacientes de saki gila, un término
local que se puede traducir de manera amplia como psicosis crónica. Barrett no
tuvo problemas con las alucinaciones según las definió Kurt Schneider en sus
síntomas de primer orden, pero si con los síntomas relacionados con el
pensamiento como la inserción o
atribución de pensamientos propios a otros o el robo y difusión de pensamiento.
El concepto de pensamiento entre los Iban difiere notablemente del de la
cultura occidental. Alfabetizados muy recientemente, los Iban encuentran la
idea de que alguien pueda leer su pensamiento o insertarle pensamientos ajenos,
algo sin sentido. Diferencian claramente el habla
interior del habla exterior. Los
Iban no tienen un concepto claro de lo que es la interioridad y sus espíritus
no tienen acceso a su habla interior y pensamientos, sólo a la exterior, por lo
que en opinión de Barrett, entre los síntomas de primer orden de Kurt Schneider
no se puede incluir la “inserción del pensamiento”. En Occidente hay por el
contrario, un concepto diferente de interioridad y ejemplos populares como la
telepatía o la hipnosis y sobre todo, la idea de un Dios cristiano omnisciente
capaz de saber lo que cada uno piensa en cualquier momento, familiariza a los
occidentales con la posibilidad de que alguien pueda acceder a nuestros
pensamientos e influir en ellos. La inserción
de pensamiento tal como se define en la literatura psicopatológica, se
ajusta de manera precisa a lo que sienten los fieles de la iglesia Vineyard: El sujeto cree que pensamientos que non
suyos han sido insertados en su mente. La misma literatura reconoce que
estos fenómenos se dan en algunas religiones sin que tengan carácter patológico
pero para considerarlos normales no emplean criterios psicopatológicos sino que
utilizan los mismos razonamientos de Lhurman, es decir, que el sujeto no
presenta otros síntomas psicóticos y su funcionamiento social es adecuado. La
diferencia entre autoría (soy autor
de mis propios pensamientos o actos) y pertenencia
(ocurren en mi pero no soy su autor) viene aquí al caso. Un reflejo rotuliano inducido
por el martillo del neurólogo, me pertenece pero no soy su autor, pero si soy
el autor del movimiento para levantarme de una silla. Los fenomenólogos
distinguen entre pensamiento influenciado
(algo o alguien me obliga a que piense algo; soy autor del pensamiento pero
obligado) o pensamiento insertado (el pensamiento no es mío, es
de otro). De modo constante tenemos “ocurrencias” que nos vienen a la cabeza
sin que les atribuyamos un origen ajeno. Lhurman no recurre para explicar estas
anomalías a hipótesis como la de Frith sobre la monitorización que “etiqueta” los pensamientos como propios y
que cuando falla produciría esa sensación de ser ajenos ni a las teorías y
experimentos que relacionan este pensamiento insertado y las alucinaciones
auditivas con la ruptura y exteriorización del habla interior. Podría decirse
que los pensamientos “insertados” de Dios para los fieles de la Vineyard, son
buscados y permitidos por ellos mismos mientras que los de los esquizofrénicos
le son impuestos.
10.- Conviviendo
con esta gente que afirmaba oír la voz de Dios, recibir respuesta a sus
plegarias en el flujo de sus
pensamientos o a través de señales y coincidencias, llevó a Lurhmann a
plantearse una pregunta casi obligada: But
are they crazy? ; ¿intentar activamente escuchar la voz de Dios puede
llevar a la locura?. Para Lurhmann la respuesta breve es, no; la respuesta más
detallada es, “a veces si”. Hay diferencias claras, dice, entre las
experiencias descritas por los creyentes y las de los psicóticos y distingue
tres tipos, tres patrones, de experiencias alucinatorias: las alucinaciones
psicóticas, las producidas por supresión (o sobrecarga) sensorial (sensory overrides)[6]
y el patrón Juana de Arco. Las voces que escuchan estos creyentes son “audibles”,
ocasionales, breves, no son compulsivas ni amenazantes, no inducen stress, se
centran en cuestiones inmediatas y ofrecen consejos pero quienes las oyen,
saben lo que la gente podría pensar de esa experiencia. Un hombre que había
sufrido un brote psicótico diferenciaba los dos tipos de voces: Dios me dice algo pero no me obliga; puedo hacer
lo que quiera con lo que me dice. Si las
voces son psicóticas no se puede rechazar hacer algo cuando se escuchan.
Son muy agresivas. Este hombre hace una distinción que los psicopatólogos
fenomenológicos sabían. Zutt en su Psiquiatría
Antropológica,[7] decía que las alucinaciones auditivas
esquizofrénicas no consisten en un simple “oír voces” sino en un sentirse
coaccionado por ellas, en ser interpelado, en sentirse a merced de esas voces,
que han sido dispuestas deliberadamente para que no tengamos más remedio que
escucharlas. El simple “oír voces”, corresponde al campo de la alucinosis, cosa
que la psiquiatría americana nunca ha diferenciado y aquí las voces no son
coactivas ni interpelantes.
El patrón de
las voces de estos creyentes parece estar relacionado con la sobrecarga
sensorial inducida por la “absorción” o “ensimismamiento” que se produce con las
plegarias. Constantemente en nuestra percepción del mundo se producen pequeños
fallos que son reparados (rellenados, completados) por el procesamiento top-down del sistema perceptivo.
Imaginemos que abrimos la puerta del salón de nuestra casa donde esperamos encontrar la mesa que sabemos que
está ahí. Si por algún motivo alguien retiró la mesa sin saberlo nosotros, se
producirá un momento de confusión hasta que la habitación sea percibida en su
situación real. Es en momentos como estos, en los que el cerebro puede “reparar
o reorganizar” la percepción entrante a partir de los datos almacenados en la
memoria haciéndonos “ver” por un momento que la mesa sigue ahí. Si el estímulo
es ambiguo y la necesidad emocional grande, dice Lurhmann, podemos ver o
escuchar algo que brota de otra fuente que no es el material real y si estos
creyentes esperan que Dios les responda directamente con una voz audible lo escucharán
más frecuentemente que aquellos que no lo esperan.
11.- A finales
de los 90 un psiquiatra holandés, Marius Romme, solicitó en un programa de
televisión de difusión nacional que todos aquellos que hubiesen tenido la
experiencia de oír voces en alguna ocasión se pusieran en contacto con él. Lo
hicieron 700. De ellos 450 afirmaban haber escuchado voces “audibles” en alguna
ocasión. Varios reunían criterios evidentes de psicosis y fueron excluidos pero
150 no. El fenómeno parece estar más extendido de lo que se piensa y de hecho
encuestas como el ECAS o la realizada por dos psicólogos que utilizaron
ejemplos, reveló que la frecuencia de estas voces, teóricamente, no psicóticas,
era bastante frecuente[8].
Romme llegó a decir, que estos escuchadores
de voces no psicóticos, son como los homosexuales en los años 50: necesitan
liberación no tratamiento. En 1993 Romme publicó un libro, Accepting Voices, al que siguieron manuales, reuniones y
conferencias hasta la constitución de Hearing
Voices Netwok, (Red de escuchadores
de voces), una organización internacional con periódico propio y página en
internet (intervoiceonline.org) que
sólo en Gran Bretaña tiene más de 180 grupos (hay grupos en España). Los
miembros de esta red insisten en que escuchar voces es un fenómeno normal y
común y que el problema no es la escucha sino el tipo de relación que se
mantenga con las voces. La meta es conseguir la convivencia normalizada con
ellas a través de la negociación, preguntándoles que quieren y ofrecerles una
especie de pacto. Recientemente ha publicado un nuevo libro con prólogo de
nuestro colega González de Chávez, Psychosis
as a personal crisis[9],
donde los varios autores que en él escriben dan cuenta de la evolución del
movimiento y de las técnicas empleadas para afrontar estas voces. Los autores
tienen razón, parcialmente, (creo), cuando
afirman que los psiquiatras no se han preocupado de lo que las voces dicen ni
de su relación con la vida del paciente y sus posibles traumas sino de su
catalogación y su forma. Eso puede ser cierto para esa nueva variante tan habitual
en las cátedras de psiquiatría de la llamada psiquiatría biológica pero no para
la psiquiatría que un pomposo catedrático llamó “psiquiatría cubana” o para los
psicopatólogos del país. Castilla del Pino por ejemplo, escribió en su libro
sobre el delirio:
Lo que motiva el delirar o
el alucinar es el tema y no a la inversa. Así, determinado tema precisa ser externalizado y situado
en el exterior y entonces surge la alucinación o el delirio... ¿Que pasa en el
sujeto para que de delire sobre un tema y no sobre otro y su delirio sea
compatible incluso con una inteligencia elevada y un grado de racionalidad
suficiente siempre y cuando no concierna al tema sobre el que delira ? “..”Si
el error de juicio se produce sobre un determinado tema y no sobre otro, ello
deriva de que “ese “tema y no otro le resulta al sujeto tan perturbador que le
impide enjuiciarlo correctamente y le aboca a enjuiciarlo de modo delirante :
sólo así logra el sujeto “tolerar” ese aspecto de si mismo y de su realidad”.
El sujeto delirante es un sujeto "insuficiente" en algunas áreas de
si mismo y son esas áreas que aparecen como sectores vulnerables las que
constituirán el tema de su delirio que sería como una "ortopedia del
sujeto" que compensaría su insuficiencia en al área afectada…
Tanto Castilla
como el psiquiatra Cabaleiro Goás, pensaban que es el habla interior la que a
través de la sonorización del pensamiento se hace exterior atravesando la
barrera diacrítica y en sus extremos, el paciente llega a un punto en que para
el observador exterior, “habla sólo” y en voz alta cuando lo que está ocurriendo es
que replica a las voces que antes de exteriorizarse formaban su habla interior.
En el último libro de Romme, no se expone ninguna teoría sobre el origen del
habla interior que la mayoría de los autores que defienden esta perspectiva
vinculan con Vigotsky, ni que es lo que ocurre para que el habla interior se
exteriorice, bien en los psicóticos, bien en la gente que tiene visiones y
voces que no son psicóticas.
12.- Los fieles
de la iglesia Vineyard planteaban otro problema psicopatológico, lo que
podríamos llamar, el problema del fraile.
Dos hombres se presentan un día en la puerta de un convento. Los dos dicen que
desean ingresar en la orden religiosa porque han “oído la voz de Dios”. Uno de
los dos es un psicótico: ¿Cómo reconocerlo?. Para el postulante no psicótico
“oír la voz de Dios” significa haber descubierto su vocación. Para el psicótico
“oír la voz de Dios” quiere decir exactamente eso. El problema con los fieles
de Vineyard es que para ellos “oír la
voz de Dios” significa que “oyen” esa
voz. La diferencia con el psicótico es que han “aprendido” a reconocer esa voz
divina en medio de sus propios pensamientos con esfuerzo y entrenamiento
mientras que el psicótico ha recibido esa voz de fuera y con las marcas de algo
ajeno. El entrenamiento de los Vineyard exige abolir de modo controlado la
barrea yo-no yo, lo que Castilla del Pino que ha analizado este problema del
fraile en su Psicopatología, llama como hemos visto, la barrera
diacrítica, y adoptar lo que Lurhman considera, una teoría del aprendizaje
atencional que a su vez exige desarrollar una nueva teoría de la mente: aprenden a interpretar algunos pensamientos
como la voz de Dios: algunas imágenes como sugestiones de Dios, algunas
sensaciones como el tacto de Dios. Son cosas conocidas de antiguo en la
tradición católica y protestante de la que Teresa de Jesús fue un caso
relevante.
13.- En la
tradición cristiana hay dos estilos de disciplina intelectual: la plegaria apofática y la plegaria katafática que pueden encontrarse
también en otras religiones. La plegaria apofática,
la vía negativa, propia de los místicos cristianos, es un grupo de técnicas
mediante las que la atención se separa de las sensaciones internas y externas.
Cualquier suceso mental como imágenes, palabras, conciencia del cuerpo, es
tratado como irrelevante cuando se busca a Dios ya que Dios es inimaginable e
incognoscible. Se rechaza lo humano para encontrar lo divino. Es la práctica de
los primeros ascetas como san Antonio,
que fueron a los desiertos egipcios en el siglo III para llegar a Dios
mediante el ayuno, el silencio y el trabajo manual. La tradición monástica cristiana
bebe en esas fuentes no consideradas hoy en las iglesias evangélicas desde que
Lutero suprimió conventos, monasterios y alejamientos del mundo. La plegaria katafática, la vía positiva, cambia la
atención desde el exterior al interior, pero busca inducir memorias y emociones
y reducir la atención sobre la vida cotidiana para centrarse en las imágenes,
pensamientos y sensaciones corporales propias que se consideran importantes en
si mismas y no como distracciones que alejan de los asuntos de la vida
cotidiana. Las dos técnicas buscan lo mismo: centrar la atención en el cuerpo,
las emociones, la mente y el espíritu en Dios y alejar la atención de lo
cotidiano pero la vía apofática es
más radical. Un texto anónimo salido de un monasterio inglés en el siglo XIV,
afirma que, para llegar a Dios hay que deshacerse de toda materia mental. Los
pensamientos sobre Dios son buenos y necesarios pero eso no es lo que importa.
Esos pensamientos enseñan acerca de la naturaleza de Dios pero no llevan a Dios
mismo ya que no se puede conocer a Dios a través del pensamiento. Esta técnica es
el fundamento de la plegaria de la iglesia de Vineyard y no es difícil ver su
parentesco con la meditación budista aunque como se ve, sus orígenes cristianos
son muy antiguos.
Los Ejercicios
Espirituales de san Ignacio de Loyola, muestran al modo de una receta la
estructura de este tipo de plegaria y meditación que siguen aún hoy en día
católicos y evangélicos por igual en su versión corta e intensa de un mes de
retiro, o larga, fines de semana a lo largo de un año. El vigente Papa
Benedicto XVI, cuando todavía era el cardenal Ratzinger, se opuso a la plegaria
apofática que consideraba un error de
los ascetas del desierto y tampoco es bien considerada por los evangélicos más
tradicionales por su semejanza con el budismo y por pensar que el alma humana
pueda alcanzar a Dios sin la mediación del lenguaje. De esas plegarias sabía Teresa de Ávila,
doctora de la iglesia y es una lástima que Lhurman
sólo la cite de pasada, aunque reconoce
la semejanza entre la plegaria en la Vineyard y la de la santa española que
sigue más el tipo apofático que el katafático. No resulta tan fácil como
parece distinguir entre las dos técnicas de plegaria ya que ambas procuran
retirar la atención del mundo exterior, una para centrarse en las imágenes
mentales y sentimientos propios, y la otra, la apofática, para incluso eliminar estas imágenes y sentimientos y
provocar una “nada”, un pensador sin pensamiento, en el que Dios se haga
presente. Hay otra diferencia. La oración
mental que se practicaba en los monasterios en el siglo XV era una oración
personal y directa que buscaba el contacto directo con Dios. Frente a esas
plegarias, estaban las oraciones
compuestas como el Ave María o el
Padre Nuestro que deberían recitarse
casi siempre de viva voz y en público. La oración mental suponía la meditación
y toda una literatura de la época conocida como “literatura del recogimiento”
daba normas y consejos sobre como lograrlo[10]. A cualquier conocedor de la vida y obra de
santa Teresa de Jesús o de san Juan de la Cruz no le resultan ajenos estos
modos de hablar con Dios y de sentir su compañía diaria propios de la iglesia
de Vineyard. La terminología es otra,
sin duda, y más fascinante con la sensación de que estamos leyendo palabras
acabadas de nacer: oración mental,
arrobos, recogimiento, arrobamientos,
vuelo del espíritu, visiones,
entusiastas, alumbrados [11].
La teología del siglo XVI, deudora de Agustín y de Tomás de Aquino, fue capaz
de establecer una “psicopatología” refinada que nadie supo aprovechar cuando en
tiempos ilustrados se comenzó a estudiar la locura. En esa época, por ejemplo,
(y seguimos la exposición de Mónica Balltondre), las visiones, (pongamos
alucinaciones en su lugar), se clasificaban en corporales, imaginarias e
intelectuales. Visiones corporales, eran aquellas que se percibían con los
sentidos exteriores. Se veía, sentía, olía o se tocaba alguna figura externa
aunque esta no estuviese presente. Estas visiones se consideraban las menos
seguras de todas y los teólogos del tiempo sabían que podían ser producidas por
los malos humores, el vino, la melancolía, el miedo o incluso aparatos físicos
como los espejos; las visiones
imaginarias o espirituales, eran
las que se presentaban directamente dentro de la imaginación y no provenían de
los sentidos externos. Podía ser imágenes visuales pero también auditivas y
olfativas. Se sabía que no eran propias porque causaban mayor atención y
respeto; las intelectuales se
producían cuando el intelecto contemplaba directamente alguna verdad de forma súbita
y completa, cuando al entendimiento le venían “divinos y soberanos conceptos”. En
su Dilucidario, (1606), fray Gerónimo
Gracián, (no confundir con el aragonés), estudia estos trances, arrobos, raptos
y visiones dando consejos sobre como detectar los falsos, como los provocados
por melancolía o substancias tóxicas. Era necesario reconocer los sentimientos
inducidos por Dios de los propios, por lo que desarrollaron toda una psicopatología teológica, lo que
podríamos llamar psicopato-teología,
para “dilucidar” cuales eran pensamientos o sentimientos inducidos por Dios de
los personales. Santa Teresa era una psicopatóloga refinada muy preocupada por
distinguir las visiones y pensamientos provenientes de Dios y los debidos a
imaginación propia o al demonio. Los pensamientos de Dios se reconocían por, el señorío y poderío que traen consigo,
por la quietud que queda en el alma y
por la certidumbre grandísima,
señales que no poseen los pensamientos debidos a la imaginación. Reconoció
también las alucinaciones hipnagógicas que ocurrían cuando está el orante
adormecido y les parece que les habla y aún, que vean cosas y piensan que es de
Dios… En los casos “falsos”, (Teresa era reticente a llamarlos así),
habituales en monjas de “mucha penitencia, oración y vigilias” que mientras más
se dejan en esas prácticas se “embebecen” más y les parece “arrobamiento” lo
que no es sino “embobamiento”, Teresa recomienda que se diviertan más, tengan menos horas de oración, duerman bien y coman
hasta que se les vaya tornando la fuerza natural… También podría haber,
añade, alguna de tan flaca… que todo lo que piensan les parece que lo
ven…[12].
Para llegar a Dios, para tener visiones imaginarias o intelectuales había un
camino con varios pasos, varias moradas, que exigían como las plegarias de la
Vineyard, dedicación y técnica. Cualquiera con formación psicopatológica podría
reconocer en estos resúmenes muchos de los conceptos que al menos desde Jaspers
o antes, forman la base del oficio psicológico y psiquiátrico.
14.- El interés
de Lhurman por estas vivencias sobrenaturales viene de lejos. Cuando hace años
trabajaba en su tesis sobre las personas que practicaban varios tipos de magia
en Gran Bretaña se entrevistó con gente que vivía en Londres y llevaban vidas y
trabajos normales pero que se consideraban a si mismas chamanes, brujos, o
druidas. Lhurman se unió a estos grupos, leyó sus libros, asistió a sus
reuniones y practicó sus técnicas y rituales que tenían gran semejanza con las
plegarias katafáticas que alguno de
sus entrevistados llamaba también “ignacianas”. Por las tardes Lhurman
practicaba esas técnicas que se pueden resumir en cuatro pasos: de pie, en su
habitación, haga un círculo completo
sobre si misma explorando la habitación. Cierre los ojos e intente imaginar lo
que ha visto. Abra los ojos y compruebe lo que ha pasado por alto. Anote los
resultados; visualice imaginariamente, a usted mismo abandonando la habitación,
dando un corto paseo por un espacio exterior conocido y volviendo a la
habitación. Cierre los ojos y haga lo mismo que la vez anterior; visualice
ahora un viaje imaginario en compañía e una persona o un animal. Vuelva a la
habitación y haga como antes; haga imaginariamente un viaje a un espacio ideal.
Comience en un entorno conocido y gradualmente haga la transición al viaje
imaginario que usted desee. Vuelva a la habitación y repita las instrucciones
como antes.
“En la joven
etnógrafa que yo era”, asegura Lhurman, esta técnica funcionó y su imaginería
se volvió con la repetición de los ejercicios, más clara y más sólida hasta el
punto que un día después de haber estado leyendo un libro sobre el rey Arturo
por la noche, al despertar, vio durante unos momentos seis druidas en la
ventana y “ver” quiere decir en su relato, que los vio en el espacio exterior.
Como le decían sus informantes, ella vio esos druidas como cosas en el mundo no
como fantasmas en la mente lo que la llevó a preguntarse si no eran esas
visiones lo que ocurría con los fieles de Vineyard
cuya técnica de plegaria y focalización hacia el interior era muy
semejante. Para comprobarlo, pasó a los fieles la Launay Slade Hallucination Scale y la Dissociative Experiences Scale y más adelante, la que resultó ser
relevante, la Tellegen Absorption Scale
de 34 items en los que preguntaba sobre experiencias como, “ver la imagen de
alguien cuando no está”, “hacer una tarea sin conciencia de haberla hecho”,
“experimentar colores con diferentes olores” (sinestesia), “sentir la presencia
de una persona antes de que llegue” o “olvidarse de todo cuando escucha música”.
Esta escala, desarrollada en principio para medir la susceptibilidad a la
hipnosis, mostró que los fieles que puntuaban alto eran los que informaban de
más experiencias sobrenaturales. Es decir: a mayor capacidad de absorción, (de
ensimismamiento), mayor numero de experiencias sobrenaturales y al revés.
Shara, una “prayer warrior”, dio una respuesta afirmativa en 33 de los 34 items
asegurando que quien creó la escala vivía dentro de su cabeza
5.- Los americanos laicos, por lo menos en la
idea de Molly Worthen[13], no comparten
la fría objetividad antropológica de Lhurman y consideran que hoy, hay
evidencia científica de que estas iglesias evangélicas lavan el cerebro de sus fieles pues cambian el modo de
funcionamiento de sus mentes cosa que Lhurman no niega, pero que considera que
no es algo tan insidioso como podría parecer. Worthen, reconoce que el libro de
Lhurman explica las razones de porqué todos los razonados argumentos que los
“nuevos ateos” dirigen contra la religión suelen fracasar: la prueba más
convincente a favor de la religión no es científica sino psicológica y no hay
manera de desmontar con argumentos científicos la convicción de los creyentes
de que el Dios que les habla a ellos es real y su historia es verdadera. Todos
los estudios sociológicos de los últimos años en los Estados Unidos, han
revelado que los americanos se han “desconectado” progresivamente de los
amigos, familia y vecinos. Los votantes son cada vez menos, lo son también las
cenas con amigos e incluso la comida en familia está declinando rápidamente.
Los americanos se sienten cada vez más solos y de cierto, lo están. El 25% de
los americanos viven hoy solos frente al 8% de 1940. Son estos cambios sociales
los que han facilitado las modernas prácticas de fe que establecen una íntima
relación con un Dios amistoso y cercano que aconseja sobre la vida diaria.
16.- Los no creyentes también
se preguntan, como es posible que gente culta crea en seres invisibles que
afectan a nuestras vidas, que mantengan su fe rodeadas de escépticos por todas
partes. La respuesta según Lurhmann, es que entienden a Dios de una manera que
se adapta a ese escepticismo. Este Dios, no es como piensan algunos, un rechazo
de la modernidad. Este Dios casi mágico, es una expresión de lo que es ser moderno,
es tan real que sus fieles se mantienen suspendidos entre lo que es real y lo
que es de su imaginación. Lurhmann compara esta situación al “realismo mágico”
de un García Márquez donde lo sobrenatural se mezcla sin sobresaltos ni
sorpresas con la vida cotidiana normal. A mediados del siglo XX muchos
científicos pensaban que la fe simplemente desaparecería para ser substituida
por la ciencia. Suponían que el liberalismo protestante se adaptaría a este pronóstico y evolucionaría hacia ver
a Jesús como un maestro sabio, pero
humano, cuyas enseñanzas habían sido embellecidas por mitos y metáforas. Medio
siglo después estos pronósticos se revelaron completamente equivocados. Hay
grupos de cristianos liberales en América y Europa pero lo que se ha expandido
por todo el mundo es una forma menos liberal y más mágica, un cristianismo
carismático que acepta los milagros, la presencia “real” del Espíritu Santo,
practica la curación por imposición de manos, la expulsión de demonios y el
hablar en lenguas. Estas creencias son el núcleo del Pentecostalismo y es este
Pentecostalismo el que está creciendo más rápidamente en el mundo desde
Melanesia a la Mongolia chamánica. Se calcula que en China hay hoy entre 40 y
75 millones de cristianos protestantes y 20 millones de católicos cuando en
1950 había apenas medio millón. En Wenzhou, una ciudad industrial de ocho
millones de habitantes al sur de Shanghai hay 1.339 iglesias[14]. Luhrman piensa que en
este crecimiento de iglesias como la Vineyard, no hay un rechazo de la modernidad.
Es algo moderno, una de las
respuestas al progresivo aislamiento de
la sociedad contemporánea.
Este
libro de Lhurmann no sólo es interesante por lo que cuenta sobre las nuevas
prácticas religiosas americanas y el nuevo Dios amistoso y parlante que las
acompaña. Es un desafío, aunque no explícito, a muchos de los saberes
tradicionales sobre la esquizofrenia, las alucinaciones, las experiencias
anómalas del pensamiento y su modo de afrontarlas y de tratarlas. Luhrmann se
sitúa en la corriente iniciada por Marius Romme, la Red de Escuchadores de Voces
y psiquiatras como Jin Van Oss o de Richard Bentall que afirma que la
psiquiatría no ha sido de gran ayuda para estos enfermos...
De
lo que no parece haber duda, es que estos fieles de la iglesia Vineyard, creen
realmente que Dios les contesta y como era de esperar, sus consejos y
respuestas son “conservadoras” en el sentido americano del término. !Eche o que
hai!.
S.
Lamas
[1] Ver también The art of hearing God: absorption,
disociation and contemporary american
spirituality disponible en internet.
[2] Se puede leer e imprimir en Google Books. Es
aconsejable recurrir a las entradas de Wikipedia para “evangélicos”,
“baptistas”, “pentecostales”, “carismáticos” , “born-again” etc. para mejor comprender de lo que aquí se habla-
[3] Citado en Talking to enemy. Scott Atran. Allen Lane . 2011.
[4] La Comunidad Cristiana de la Viña tiene ya en España
varias delegaciones y sigue creciendo.
[5] “Speak in tongues” es la emisión de sílabas sin
significado conocido que se supone ser el lenguaje de los ángeles o del cielo. “Don de lenguas” es la facultad milagrosa
de hablar en lenguas que no se conocen.
Hay iglesias cristianas evangélicas que las distinguen y otras que las
confunden.
[6] He visto alguna traducción en la que sensory overrride es traducida como sobrecarga sensorial. Richard P. Bentall
en su libro, Madness Explained,
dedica un extenso capítulo a las alucinaciones. En él dice comentando un
ejemplo en el que un zoólogo “ve” un rinoceronte que, era lo que esperaba, cuando apareció ante sus ojos un elefante: Perhaps your beliefs and expectations overrode the evidence of your
eyes. Puede entenderse la frase de dos modos: sus creencias y expectativas
“anularon” la evidencia proporcionada por sus ojos (un elefante) o “cargaron”
la imagen de un rinoceronte que no estaba.
[7] J.Zutt. Psiquiatría Antropológica. Gredos. 1973.
[8] Por ejemplo: A
veces cuando estoy sólo en casa escucho una voz que me llama por mi nombre…No
me asusta. Al principio quizás si pero ahora no… yo me doy cuenta de que no hay
nadie llamándome y que realmente soy yo. Pero suena como una voz real…¿Le ha
ocurrido esto a usted?
[9] Marius Romme and
Sandra Escher. Psychosis as a personal
crisis. Routledege. 2011.
[10] Vid, el muy interesante libro de Mónica Balltondre, Éxtasis y visiones: la experiencia
contemplativa de Teresa de Ávila. Erasmus. 2012.
[11] Balltondre.M.
Op. Cit.
[12] Sta Teresa de Jesús. Castillo interior y las moradas. Ramón Sopena.1972.
[13] A great awakening. Sunday
Book Review N.Y.Times. April 27, 2012
[14] Citado en; Civilización:
Occidente y el resto. Niall Ferguson. Debate. 2012.
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