domingo, 30 de abril de 2023

 

A PROPÓSITO DE, WHEN GOD TALKS BACK: Understanding the American Evangelical Relationship with God. T.M. Luhrrmann. Alfred A. Knopf. 2012,  KURT SCHNEIDER IN BORNEO: DO FIRST RANK SYMPTOMS APPLY THE IBAN? in Schizophrenia. Culture and subjectivity. Hunter and Robert. Eds. Cambridge University Press, 2004[1].  DILUCIDARIO DEL ESPÍRITU VERDADERO de Fray Gerónimo Gracián (1604)[2].



1.- No es fácil creer en Dios, dice Luhrmann en las primeras páginas de este libro. Dios es invisible, no podemos estrechar su mano, verlo con nuestros ojos ni oírlo con nuestros oídos y no da signos ordinarios de su existencia. Los libros sagrados están llenos de contradicciones imposibles, de creencias absurdas, de padres invisibles, serpientes que hablan y muertos que resucitan y ascienden a los cielos. Sin embargo la gente cree en Dios y lo hace masivamente. El 95 % de los americanos, según una encuesta  Gallup, creen en la existencia de Dios; dos tercios lo hacen también en ángeles y demonios a los que consideran activos en nuestro mundo y al menos una quinta parte aseguran que reciben respuestas directas de Dios a sus plegarias al menos una vez a la semana. Muchos americanos no sólo creen en Dios: lo experimentan directamente e informan de contactos repetidos con lo sobrenatural. Es de algunos de estos creyentes, los de la iglesia evangélica Vineyard, de los que se ocupa el libro de Luhrmann que escrito en una prosa sin apenas síntesis ni puntos y aparte, y con numerosos relatos de casos, tiene el aspecto formal de una novela río de espaldas a la prosa de otras ciencias, (aunque habitual en Antropología), que parece ser tradicional en esta autora.

 

2.- A principios de siglo un millón de personas afirmaban no tener creencias religiosas. Hoy lo hacen mil millones pero la situación no parece irreversible. El 96% de los rusos de hoy creen en Dios después de setenta años de ateísmo militante y es ahora habitual ver al presidente ruso asistir a la misa del gallo en una iglesia ortodoxa moscovita[3]. Una iglesia pentecostalista de prácticas semejantes a la Vineyard, la Winner´s Chapel, en menos de veinte años ha conseguido la adhesión de decenas de miles de fieles  en 32 países africanos y el Movimiento Carismático Cristiano que cuenta entre sus fieles con la política republicana americana, Sarah Palin, tiene más de 60 millones de fieles en todo el mundo.

Los estudiosos no creyentes ante esta pasividad, persistencia y resucitación de la creencia en Dios que muestran las estadísticas, suponen que debe existir algún tipo de proceso pre-programado (hardwired) que surgió en la evolución para fines más útiles que sería el responsable de que esta creencia se mantenga. Imaginemos, dice  Michel Sermer, un homínido caminando por la sabana  africana hace dos o tres millones de años. Escucha un ruido entre la hierba alta. ¿Será un depredador o el viento?. Si piensa que es un depredador, aunque sea  el viento, no pasa nada. Huye y salva la vida. Este es un error de tipo I, un falso positivo, es decir, creer que un patrón es real, (un depredador), cuando no lo es. Si piensa que es el viento cuando se trata de un depredador, comete un error de Tipo II, falso negativo, de consecuencias fatales para su supervivencia pues el error le cuesta la vida. Según Sermer, somos primates detectores de patrones, significativos o no, en el ruido ambiental, pero en términos evolutivos, los falsos positivos, pensar que hay un depredador cuando no lo hay, proporcionan muchas más posibilidades de sobrevivir que los falsos negativos. Este sesgo evolutivo que nos lleva a ver “agentes intencionales” donde no los hay, se convierte en visiones del mundo por defecto. Las religiones, más apropiado sería decir la religiosidad, como defienden numerosos autores en libros como Breaking the spell de D.Dennett, Religion Explained de Pascal Boyer o Darwin´s Cathedral de Sloan Wilson entre otros muchos, serían un subproducto accidental del modo en el que ha evolucionado nuestra mente. Esa religiosidad adoptaría la forma de las religiones establecidas según el lugar de nacimiento y la educación recibida y entre estas religiones está la Vineyard.

            Con todo, para Lurhmann, esta visión evolutiva es de corto alcance porque los creyentes saben que no hay evidencias para su creencia pero eligen la fe a través de un lento, cuidadoso, y deliberado compromiso. Saben que es difícil creer en seres invisibles y dudan y luchan contra esas dificultades  pero eligen, a pesar de ello, vivir en contra de las evidencias. La fe es una decisión de vivir como si esas creencias fueran reales incluso cuando dudan. Lurhmann escribe este libro, dice, para explicar a los no creyentes como las personas llegan a experimentar a Dios como real y es un nuevo tipo de Dios el que ahora se expande por las iglesias evangélicas americanas. En las últimas décadas una nueva generación de americanos ha imaginado un Dios mucho más personal que no sólo se preocupa del bienestar general y del más allá sino de cosas cotidianas como pintar o no pintar la mesa del comedor o comprar un coche u otro. Este nuevo tipo de Dios, es una especie de  confidente que se implica en todos los aspectos de las vidas de sus fieles  de un modo que mezcla aspectos de las iglesias carismáticas con procedimientos de la psicoterapia moderna.

 

3.- Las iglesias protestantes americanas son casi todas locales, de ahí, la enorme proliferación de nombres que hacen difícil orientarse a  quien se acerca a esa religiosidad. Casi todas se definen como evangélicas aunque tampoco es muy fácil de precisar lo que este término significa. Para Lurhman, hay tres rasgos que comparten estas iglesias: la creencia en la verdad o casi verdad literal de lo que cuenta la Biblia; la creencia de que la salvación sólo puede conseguirse a través de una relación con Cristo o siendo un renacido (born-again); la creencia de que uno debe evangelizar y compartir la buena nueva con otros. Al margen de estos principios comunes, la diversidad entre las iglesias es enorme. Los Pentecosalistas, por ejemplo, enfatizan la relación directa con Dios o el hablar en lenguas pero los Batistas conservadores consideran esta práctica anatema. En general, todos quieren que, de un modo u otro que Jesús sea real en sus vidas y consideran los evangelios, no como poesía o literatura, sino como historia. La fuente del pentecostalismo es la Iª Epístola a los Corintios donde Pablo habla de los dones recibidos del Espíritu Santo, entre ellos, el don de lenguas, los milagros o las profecías. Los que piensan que estos dones no son cosa de tiempos pasados, como si hacen los dispensacionalistas, (en cada época Dios tiene diferentes planes y relaciones por lo que los milagros y el don de lenguas no ocurren en nuestro tiempo), y enfatizan, buscan y recurren a estos dones, forman parte del movimiento llamado “carismático”.   

 

4.- Luhrmann, a quien le debemos un interesante libro sobre la psiquiatría en los Estados Unidos, Of Two Minds, es psicóloga y antropóloga y pretende en este libro, (considerado por algunos reseñadores como, the most insightful study of evangelical religion in many years), estudiar como los fieles de las muchas iglesias evangélicas de Estados Unidos a los que Dios responde y se les hace presente cuando rezan, consiguen esa comunicación. Durante dos años asistió a una de ellas, la Vineyard, entrevistó a sus fieles y pastores y acudió a sus reuniones caseras de oración como observadora-participante[4]. Para los fieles de esta iglesia, escuchar las respuestas de Dios a sus preguntas es algo que es necesario aprender y ese aprendizaje lleva tiempo, para lo que existen numerosos manuales. Uno de ellos, Dialogue with God, proporciona cuatro claves para dialogar con Dios: aprender a reconocer la voz de Dios en los pensamientos cotidianos; situarse en un sitio tranquilo y silencioso; prestar atención a sueños y visiones y anotar el diálogo ya que poner por escrito el diálogo con Dios externaliza y concreta la experiencia subjetiva interior y hace borrosa la frontera entre lo interior y lo exterior. La plegaria activa es un modo de obtener respuestas pero hay, según los manuales, modos más mundanos de identificar la voz de Dios. El principio es el mismo; lo sobrenatural está presente en la vida diaria y si se sabe prestar atención se podrá captarlo. Las coincidencias, por ejemplo, pueden ser una de las maneras en las que Dios responde. Madeline, que deseaba tener un hijo, paseaba desesperada por las orillas de un lago mientras pedía a Dios una respuesta. De repente vio una luna llena, “la luna llena más grande que yo había visto en mi vida” y supo que era la respuesta: Yo supe que en ese momento Dios había respondido… Estaba embarazada. Esta certeza tiene, en ese tipo de cristianismo, un nombre técnico, certeza noética, pero su semejanza formal con una percepción delirante hace que no sea fácil distinguirlas psicopatológicamente, dificultad que se repetirá con las demás experiencias sobrenaturales que experimentan habitualmente estos creyentes.

 

5.- Estos fieles también escuchan a Dios a través de la escritura. No se trata de que la lectura diaria de la Biblia les proporcione el sentimiento de comenzar el día limpios como si hubiesen tomado una ducha. Cuando estos evangélicos dicen que Dios les habla a través de la Biblia, se refieren a un sentimiento físico, a una emoción en respuesta a un pasaje que se graba en su corazón o golpea sus mentes. En realidad, le decía Sam, un creyente, a Lurhmann: Dios siempre nos está hablando a través de la Biblia pero tenemos que aprender a escucharlo. Este proceso en el que el acto de leer un texto se convierte en un diálogo, no es algo desconocido para la crítica literaria que considera que la lectura de un texto cualquiera altera ese texto pues es el lector quien le da sentido al leerlo.

Otra de las experiencias espirituales intensas que como las dos anteriores se observa a través del mundo, es la crisis espiritual (spiritual seizures): sucesos como experiencias místicas, de cercanía con la muerte o extracorpóreas son frecuentes. Yo mismo pude experimentar como el tiempo se detenía y la vida pasaba en la mente como una película mientras iba por el aire atropellado por un coche cuando circulaba en bicicleta. A menudo, no fue mi caso, inducen un sentimiento de transformación y de cambio.

Dios también se manifiesta a través de los sueños pero sobre todo, lo hace en el habla interior para lo que los fieles de esta iglesia deben desarrollar un sistema de detección y reconocimiento de patrones que los haga expertos en el reconocimiento de las respuestas de Dios en medio del fluir constante del habla interior. Lurhmann, compara este aprendizaje con el de catar un vino que exige entrenar la percepción, reconocer el sabor de las uvas, el tanino, el sabor afrutado o no, la acidez, el sabor a madera o su ausencia. Se necesita un sistema de discriminación de categorías - que en el caso del vino parecen a veces floreadas y ridículas pero que funcionan - y al que son ajenos los que no han sido entrenados en esa tarea de cata. Para Lurhmann, reconocer la voz de Dios no es muy diferente a la cata de un vino pero, a diferencia del vino, Dios no tiene una etiqueta informativa en la botella cuando lo sacamos de la bolsa de papel. Otro ejemplo empleado por Lhurman, es la de un especialista en ecografía que necesita horas de entrenamiento perceptivo para distinguir el perfil de un feto sobre el borroso ruido de fondo  de grises de la pantalla.

 

6.- Los fieles de esta iglesia no sólo tienen que aprender a escuchar a Dios sino también a sentirse amados por él y eso tiene sus prácticas específicas y Lhurman es consciente de que estas prácticas comparten muchas cosas con la psicoterapia aunque a diferencia de la psicoterapia convencional, aquí, el “terapeuta” es más poderoso y perfecto que cualquier terapeuta humano, no cobra, y siempre está ahí. El Dios de la iglesia Vineyard, no es el Dios colérico de la época medieval. En esta nueva narrativa el problema es el dolor emocional y la culpa, un infierno en vida. Sus protagonistas temen la soledad no la muerte y eso se resuelve con el infinito amor y bondad de un Dios “que te ama a ti” y la tarea fundamental de todo este entrenamiento es aprender a creer que eres amado. El pecado se considera no una conducta prohibida sino el sentimiento de estar separado de Dios. En la vida laica, las gentes que sienten que su vida emocional es dolorosa, acuden a los terapeutas para aprender una forma de vivir más saludable aunque el proceso es indirecto e impredecible.  En esta iglesia, dice Lhurman, el cielo y el infierno casi han desaparecido lo mismo que el futuro. El dolor emocional y el sufrimiento ocurren aquí y ahora y la redención al sentirse amados por Dios también. En esta historia, el cielo y el infierno están dentro de nosotros: son emociones.

 

7.- Lhurman pudo recoger en su investigación, seis prácticas para favorecer esta relación con Dios. La primera de ellas que llama llorar en presencia de Dios ocurre cuando alguno de los fieles comienza a sollozar y después a gritar, cosa que sucede a menudo. Los demás miembros lo rodean, ponen sus manos sobre su cabeza, lo abrazan  y rezan por él pidiendo a Dios que lo mantenga seguro, sano y protegido. Ver desde la perspectiva de Dios es una práctica que Lhurman tuvo dificultades en entender ya que las respuestas a sus preguntas eran siempre vagas. Cuando se dio cuenta de que el problema estaba en que se comportaba como una observadora y no como una participante, fue capaz de entender lo que ocurría a partir del concepto de Austin de los performativos. Cuando los fieles decían esas vaguedades no pretendían decir algo, ni aclarar algún concepto; pretendían “hacer”, del mismo modo que un “yo juro”, en un tribunal o un “si quiero” en una boda, es un acto. Uno de los libros más influyentes y leídos a este respecto es el de Rick Warren, The purpose driven life, en el que nunca habla de condena ni de castigos divinos. El libro ayuda a identificar ciertos pensamientos como malos e interrumpirlos de modo muy semejante a los métodos que emplean la terapia cognitiva-conductual. Para este autor, Dios quiere ser incluido en toda conversación, toda actividad, todo problema e incluso todo pensamiento. La tercera práctica es más familiar: practicar el amor, la paz y la alegría. La cuarta, Dios el terapeuta, es analizada por Lhurman a través de conceptos psicoanalíticos pues este terapeuta divino es imaginado por los fieles con los mismos atributos que el  psicoanalista Roy Schafer considera propios de la actitud analítica, incluyendo la transferencia, con la “ventaja” añadida de que Dios no cobra, no se equivoca y no hace interpretaciones erradas. Las dos últimas prácticas son, reelaborar a Dios como el padre, (Dios no sería una simple proyección de un padre idealizado como pretendía Freud) y las cascadas emocionales, momentos en los que de modo repentino e imprevisible el creyente siente que Dios lo ama.

 

8.- Este cambio de la narrativa sobre Dios, ocurrió en los años 60 del siglo pasado, al menos en los Estados Unidos, donde se produjo no sólo una revolución espiritual sino también una revolución psicoterapéutica: la cristiandad evangélica que surgió en los años 60 es fundamentalmente terapéutica… la meta (es)… convencer a los fieles de que sus vidas tienen un propósito y de que son amados (por Dios).

A finales del XIX, estudiosos alemanes de lo que después se conocería como criticismo histórico, afirmaron que los textos bíblicos tenían al menos cuatro fuentes diferentes hasta que un editor desconocido los unificó de modo inteligente. Había por ejemplo, dos versiones diferentes de la creación, una asociada con Elohin y otra con Yavhé, que diferían notablemente en cuanto a la creación. Los alemanes suponían que al separarse Judea de Israel las dos versiones fueron también elaborándose de modo distinto y lo mismo pasaba con el diluvio universal que tenía su fuente en textos babilónicos. Este criticismo chocaba frontalmente con las ideas de la mayoría cristiana que pensaban que la Biblia era la palabra de Dios y por lo tanto no contenía errores pero, la mayoría de las iglesias evangélicas en Estados Unidos ante estas críticas, comenzaron a liberalizarse a principios de siglo suavizando o quitándole énfasis a todo lo sobrenatural (nacimiento virginal de Jesús, milagros, resurrección física etc.). Afirmaban que los textos sagrados, aunque inspirados por Dios, habían sido escritos por humanos y contenían errores científicos y juicios equivocados propios de la época. Esta evolución horrorizó a los que serían llamados desde entonces fundamentalistas que mantenían su creencia en la exactitud y autoridad de los textos incluyendo los milagros. Aseguraban que el cristianismo liberal no era una nueva interpretación de la fe sino una nueva religión que además era anticristiana. Con todo, pensaban que los sucesos sobrenaturales narrados en la Biblia pertenecían a la época de los apóstoles y ya no eran posibles porque la revelación estaba “cerrada”. Había pues dos tendencias: un modernismo racionalista para el que los elementos sobrenaturales de la Biblia no eran más que restos folklóricos y un fundamentalismo que afirmaba que estos sucesos sobrenaturales habían tenido lugar en el pasado.  Entre estas dos tendencias surgió a finales del siglo XIX, el Pentecostalismo de la mano de Charles Parham, un pastor de Topeka, Kansas, que retomando el advenimiento del Espíritu Santo en Pentecostés, cuando Cristo descendió de los cielos y concedió el don de lenguas a los apóstoles, proclamó que el bautismo en el Espíritu Santo iba siempre acompañado por el don de “hablar en lenguas”, lenguas que,  ni siquiera el propio hablante comprendía. Parham, llegó a la conclusión de que del mismo modo que estos antiguos discípulos de Cristo “hablaban en lenguas” (speak in tongues), todos los que siguieran a Cristo deberían también tener ese don[5]. La nueva iglesia que fundó tuvo al principio pocos seguidores pero esos pocos entraban en una especie de trance y hablaban una lengua ininteligible que se suponía un nuevo lenguaje humano o la lengua de Dios. Fue el terremoto de San Francisco con su enorme devastación, lo que llevó a esta nueva iglesia, conocida desde entonces como Pentecostalista, miles de fieles y marcó el inicio de su expansión.  

Los fundamentalistas veían este nuevo movimiento como un emocionalismo o como una religión de iletrados, montañeses y campesinos incultos. Hay una tentadora correlación entre estos episodios disociativos y los ascensos y descensos del fervor religioso. Los Estados Unidos son un país muy religioso pero a veces, el fervor llega a extremos poco comprensibles. Hubo por lo menos cuatro períodos de máximo fervor religioso: 1730-60, 1800-40, 1890-1930 y de 1965 hasta hoy. En esos años era muy probable que los americanos tuvieran experiencias religiosas poco comunes en las que hablaban en lenguas, tenían visiones, pérdida de conciencia y procuraban que esos episodios ocurrieran en público para dar testimonio de la presencia de Dios en sus vidas. Fueron los llamados Grandes Despertares y Born Again (renacidos) y para Lhurman este tipo de fenómenos religiosos están ocurriendo hoy en día. La mitad de los niños nacidos del baby-boom de los años 50 que, cuando llegaron a la juventud habían desertado de las iglesias volvieron a la religión pero no a la mainstrean, a las iglesias más o menos oficiales, sino a estas iglesias que ponían la experiencia espiritual en el centro de sus prácticas. Fue lo que se llamó la generación de buscadores, en su mayoría hippies, (Jesuscristo Superstar y Gospel son de ese tiempo) que dio también nacimiento a la New Age. Millones de americanos intentaron la meditación, el Tarot, los cristales egipcios, o los viajes astrales. Lo que estas técnicas enseñaban era a prestar atención al fluir de los propios pensamientos y a identificar aquellos que podían venir de otro ser, porque, como enseñaban los libros de plegarias, la voz de Dios sonaba como los propios pensamientos más que como una voz audible. Para llegar a ese estado era necesario conseguir lo que Lhurman llama “absorción”  que estaría mejor definido con una palabra española que no existe en inglés: ensimismamiento.

 

9.- Para Luhrmann, los fieles de esta iglesia creen estar en relación personal e íntima con Dios porque han sido entrenados para adoptar una teoría de la mente diferente en la que una parte de sus monólogos interiores son atribuidos a Dios que participa de ese modo en la vida diaria de estos creyentes aconsejándolos tanto en los aspectos más triviales como en los importantes lo que unido a las prácticas pentecostalistas, más o menos suavizadas, y a su relación con las modernas corrientes terapéuticas blandas, ha favorecido su inesperada expansión: Dios quiere ser tu amigo; debes desarrollar esa relación a través de la oración; la oración es un trabajo duro que requiere esfuerzo y entrenamiento; cuando desarrolles esa relación Dios te responderá a través de pensamientos e imágenes mentales que el pondrá en tu mente y a través de sensaciones que el provocará en tu cuerpo… Cuando Dios no responde, los guías de la iglesia lo reinterpretan como una prueba de la madurez del orante al que Dios considera lo bastante fuerte en su fe como para no necesitar su presencia cotidiana. 

Estos creyentes oyen voces, tienen pensamientos que no son suyos, visiones y sensaciones táctiles sin presencia humana… No sé que pensaría el psiquiatra alemán Kurt Schneider de esta “fabricación” o auto-inducción de síntomas semejantes a los que él consideraba  de primer orden para el diagnóstico de una esquizofrenia  conseguidos a través del entrenamiento y la oración y sin duda, no es fácil psicopatológicamente, al menos teóricamente, diferenciar estos síntomas adquiridos de los de primer orden espontáneos propios de la esquizofrenia.

Los Iban viven en el noroeste de Borneo, en Sarawak, territorio del mítico Sandokan de Salgari, que hoy forma parte de Malasia. Fueron piratas crueles y cortadores de cabezas. Viven en casas largas (longhouses) en grupos de 200 con un espacio para cada familia delimitado de forma sencilla. Desde los años 60 su nivel y modo de vida han mejorado mucho. Hay carreteras, servicios de salud, y la alfabetización en su propio idioma se ha conseguido por medio de un alfabeto latino. Robert John Barrett, un psiquiatra australiano, trabajó varios años con los Iban. Pretendía traducir a su idioma el PSE, (Present State Examination), una entrevista formalizada,  lo que lo enfrentó con varios problemas. Trabajando con informantes locales pudo reunir a 50 pacientes de saki gila, un término local que se puede traducir de manera amplia como psicosis crónica. Barrett no tuvo problemas con las alucinaciones según las definió Kurt Schneider en sus síntomas de primer orden, pero si con los síntomas relacionados con el pensamiento como la  inserción o atribución de pensamientos propios a otros o el robo y difusión de pensamiento. El concepto de pensamiento entre los Iban difiere notablemente del de la cultura occidental. Alfabetizados muy recientemente, los Iban encuentran la idea de que alguien pueda leer su pensamiento o insertarle pensamientos ajenos, algo sin sentido. Diferencian claramente el habla interior del habla exterior. Los Iban no tienen un concepto claro de lo que es la interioridad y sus espíritus no tienen acceso a su habla interior y pensamientos, sólo a la exterior, por lo que en opinión de Barrett, entre los síntomas de primer orden de Kurt Schneider no se puede incluir la “inserción del pensamiento”. En Occidente hay por el contrario, un concepto diferente de interioridad y ejemplos populares como la telepatía o la hipnosis y sobre todo, la idea de un Dios cristiano omnisciente capaz de saber lo que cada uno piensa en cualquier momento, familiariza a los occidentales con la posibilidad de que alguien pueda acceder a nuestros pensamientos e influir en ellos. La inserción de pensamiento tal como se define en la literatura psicopatológica, se ajusta de manera precisa a lo que sienten los fieles de la iglesia Vineyard: El sujeto cree que pensamientos que non suyos han sido insertados en su mente. La misma literatura reconoce que estos fenómenos se dan en algunas religiones sin que tengan carácter patológico pero para considerarlos normales no emplean criterios psicopatológicos sino que utilizan los mismos razonamientos de Lhurman, es decir, que el sujeto no presenta otros síntomas psicóticos y su funcionamiento social es adecuado. La diferencia entre autoría (soy autor de mis propios pensamientos o actos) y pertenencia (ocurren en mi pero no soy su autor) viene aquí al caso. Un reflejo rotuliano inducido por el martillo del neurólogo, me pertenece pero no soy su autor, pero si soy el autor del movimiento para levantarme de una silla. Los fenomenólogos distinguen entre pensamiento influenciado (algo o alguien me obliga a que piense algo; soy autor del pensamiento pero obligado) o pensamiento insertado (el pensamiento no es mío, es de otro). De modo constante tenemos “ocurrencias” que nos vienen a la cabeza sin que les atribuyamos un origen ajeno. Lhurman no recurre para explicar estas anomalías a hipótesis como la de Frith sobre la monitorización  que “etiqueta” los pensamientos como propios y que cuando falla produciría esa sensación de ser ajenos ni a las teorías y experimentos que relacionan este pensamiento insertado y las alucinaciones auditivas con la ruptura y exteriorización del habla interior. Podría decirse que los pensamientos “insertados” de Dios para los fieles de la Vineyard, son buscados y permitidos por ellos mismos mientras que los de los esquizofrénicos le son impuestos.

  

10.- Conviviendo con esta gente que afirmaba oír la voz de Dios, recibir respuesta a sus plegarias  en el flujo de sus pensamientos o a través de señales y coincidencias, llevó a Lurhmann a plantearse una pregunta casi obligada: But are they crazy? ; ¿intentar activamente escuchar la voz de Dios puede llevar a la locura?. Para Lurhmann la respuesta breve es, no; la respuesta más detallada es, “a veces si”. Hay diferencias claras, dice, entre las experiencias descritas por los creyentes y las de los psicóticos y distingue tres tipos, tres patrones, de experiencias alucinatorias: las alucinaciones psicóticas, las producidas por supresión (o sobrecarga) sensorial (sensory overrides)[6] y el patrón Juana de Arco. Las voces que escuchan estos creyentes son “audibles”, ocasionales, breves, no son compulsivas ni amenazantes, no inducen stress, se centran en cuestiones inmediatas y ofrecen consejos pero quienes las oyen, saben lo que la gente podría pensar de esa experiencia. Un hombre que había sufrido un brote psicótico diferenciaba los dos tipos de voces: Dios me dice algo pero no me obliga; puedo hacer lo que quiera con lo que me dice. Si las  voces son psicóticas no se puede rechazar hacer algo cuando se escuchan. Son muy agresivas. Este hombre hace una distinción que los psicopatólogos fenomenológicos sabían. Zutt en su Psiquiatría Antropológica,[7] decía que las alucinaciones auditivas esquizofrénicas no consisten en un simple “oír voces” sino en un sentirse coaccionado por ellas, en ser interpelado, en sentirse a merced de esas voces, que han sido dispuestas deliberadamente para que no tengamos más remedio que escucharlas. El simple “oír voces”, corresponde al campo de la alucinosis, cosa que la psiquiatría americana nunca ha diferenciado y aquí las voces no son coactivas ni interpelantes.

El patrón de las voces de estos creyentes parece estar relacionado con la sobrecarga sensorial inducida por la “absorción” o  “ensimismamiento” que se produce con las plegarias. Constantemente en nuestra percepción del mundo se producen pequeños fallos que son reparados (rellenados, completados) por el procesamiento top-down del sistema perceptivo. Imaginemos que abrimos la puerta del salón de nuestra casa donde  esperamos encontrar la mesa que sabemos que está ahí. Si por algún motivo alguien retiró la mesa sin saberlo nosotros, se producirá un momento de confusión hasta que la habitación sea percibida en su situación real. Es en momentos como estos, en los que el cerebro puede “reparar o reorganizar” la percepción entrante a partir de los datos almacenados en la memoria haciéndonos “ver” por un momento que la mesa sigue ahí. Si el estímulo es ambiguo y la necesidad emocional grande, dice Lurhmann, podemos ver o escuchar algo que brota de otra fuente que no es el material real y si estos creyentes esperan que Dios les responda directamente con una voz audible lo escucharán más frecuentemente que aquellos que no lo esperan.   

 

11.- A finales de los 90 un psiquiatra holandés, Marius Romme, solicitó en un programa de televisión de difusión nacional que todos aquellos que hubiesen tenido la experiencia de oír voces en alguna ocasión se pusieran en contacto con él. Lo hicieron 700. De ellos 450 afirmaban haber escuchado voces “audibles” en alguna ocasión. Varios reunían criterios evidentes de psicosis y fueron excluidos pero 150 no. El fenómeno parece estar más extendido de lo que se piensa y de hecho encuestas como el ECAS o la realizada por dos psicólogos que utilizaron ejemplos, reveló que la frecuencia de estas voces, teóricamente, no psicóticas, era bastante frecuente[8]. Romme llegó a decir, que estos escuchadores de voces no psicóticos, son como los homosexuales en los años 50: necesitan liberación no tratamiento. En 1993 Romme publicó un libro, Accepting Voices, al que siguieron manuales, reuniones y conferencias hasta la constitución de Hearing Voices Netwok, (Red de escuchadores de voces), una organización internacional con periódico propio y página en internet (intervoiceonline.org) que sólo en Gran Bretaña tiene más de 180 grupos (hay grupos en España). Los miembros de esta red insisten en que escuchar voces es un fenómeno normal y común y que el problema no es la escucha sino el tipo de relación que se mantenga con las voces. La meta es conseguir la convivencia normalizada con ellas a través de la negociación, preguntándoles que quieren y ofrecerles una especie de pacto. Recientemente ha publicado un nuevo libro con prólogo de nuestro colega González de Chávez, Psychosis as a personal crisis[9], donde los varios autores que en él escriben dan cuenta de la evolución del movimiento y de las técnicas empleadas para afrontar estas voces. Los autores tienen razón, parcialmente, (creo),  cuando afirman que los psiquiatras no se han preocupado de lo que las voces dicen ni de su relación con la vida del paciente y sus posibles traumas sino de su catalogación y su forma. Eso puede ser cierto para esa nueva variante tan habitual en las cátedras de psiquiatría de la llamada psiquiatría biológica pero no para la psiquiatría que un pomposo catedrático llamó “psiquiatría cubana” o para los psicopatólogos del país. Castilla del Pino por ejemplo, escribió en su libro sobre el delirio:  

 

Lo que motiva el delirar o el alucinar es el tema y no a la inversa. Así, determinado tema precisa ser externalizado y situado en el exterior y entonces surge la alucinación o el delirio... ¿Que pasa en el sujeto para que de delire sobre un tema y no sobre otro y su delirio sea compatible incluso con una inteligencia elevada y un grado de racionalidad suficiente siempre y cuando no concierna al tema sobre el que delira ? “..”Si el error de juicio se produce sobre un determinado tema y no sobre otro, ello deriva de que “ese “tema y no otro le resulta al sujeto tan perturbador que le impide enjuiciarlo correctamente y le aboca a enjuiciarlo de modo delirante : sólo así logra el sujeto “tolerar” ese aspecto de si mismo y de su realidad”. El sujeto delirante es un sujeto "insuficiente" en algunas áreas de si mismo y son esas áreas que aparecen como sectores vulnerables las que constituirán el tema de su delirio que sería como una "ortopedia del sujeto" que compensaría su insuficiencia en al área afectada…  

 

            Tanto Castilla como  el psiquiatra Cabaleiro Goás,  pensaban que es el habla interior la que a través de la sonorización del pensamiento se hace exterior atravesando la barrera diacrítica y en sus extremos, el paciente llega a un punto en que para el observador exterior, “habla sólo” y  en voz alta cuando lo que está ocurriendo es que replica a las voces que antes de exteriorizarse formaban su habla interior. En el último libro de Romme, no se expone ninguna teoría sobre el origen del habla interior que la mayoría de los autores que defienden esta perspectiva vinculan con Vigotsky, ni que es lo que ocurre para que el habla interior se exteriorice, bien en los psicóticos, bien en la gente que tiene visiones y voces que no son psicóticas.

 

12.- Los fieles de la iglesia Vineyard planteaban otro problema psicopatológico, lo que podríamos llamar, el problema del fraile. Dos hombres se presentan un día en la puerta de un convento. Los dos dicen que desean ingresar en la orden religiosa porque han “oído la voz de Dios”. Uno de los dos es un psicótico: ¿Cómo reconocerlo?. Para el postulante no psicótico “oír la voz de Dios” significa haber descubierto su vocación. Para el psicótico “oír la voz de Dios” quiere decir exactamente eso. El problema con los fieles de Vineyard es que para ellos “oír la voz de Dios” significa  que “oyen” esa voz. La diferencia con el psicótico es que han “aprendido” a reconocer esa voz divina en medio de sus propios pensamientos con esfuerzo y entrenamiento mientras que el psicótico ha recibido esa voz de fuera y con las marcas de algo ajeno. El entrenamiento de los Vineyard exige abolir de modo controlado la barrea yo-no yo, lo que Castilla del Pino que ha analizado este problema del fraile en su Psicopatología, llama como hemos visto,  la barrera diacrítica, y adoptar lo que Lurhman considera, una teoría del aprendizaje atencional que a su vez exige desarrollar una nueva teoría de la mente: aprenden a interpretar algunos pensamientos como la voz de Dios: algunas imágenes como sugestiones de Dios, algunas sensaciones como el tacto de Dios. Son cosas conocidas de antiguo en la tradición católica y protestante de la que Teresa de Jesús fue un caso relevante.

 

13.- En la tradición cristiana hay dos estilos de disciplina intelectual: la plegaria apofática y la plegaria katafática que pueden encontrarse también en otras religiones. La plegaria apofática, la vía negativa, propia de los místicos cristianos, es un grupo de técnicas mediante las que la atención se separa de las sensaciones internas y externas. Cualquier suceso mental como imágenes, palabras, conciencia del cuerpo, es tratado como irrelevante cuando se busca a Dios ya que Dios es inimaginable e incognoscible. Se rechaza lo humano para encontrar lo divino. Es la práctica de los primeros ascetas como san Antonio,  que fueron a los desiertos egipcios en el siglo III para llegar a Dios mediante el ayuno, el silencio y el trabajo manual. La tradición monástica cristiana bebe en esas fuentes no consideradas hoy en las iglesias evangélicas desde que Lutero suprimió conventos, monasterios y alejamientos del mundo. La plegaria katafática, la vía positiva, cambia la atención desde el exterior al interior, pero busca inducir memorias y emociones y reducir la atención sobre la vida cotidiana para centrarse en las imágenes, pensamientos y sensaciones corporales propias que se consideran importantes en si mismas y no como distracciones que alejan de los asuntos de la vida cotidiana. Las dos técnicas buscan lo mismo: centrar la atención en el cuerpo, las emociones, la mente y el espíritu en Dios y alejar la atención de lo cotidiano pero la vía apofática es más radical. Un texto anónimo salido de un monasterio inglés en el siglo XIV, afirma que, para llegar a Dios hay que deshacerse de toda materia mental. Los pensamientos sobre Dios son buenos y necesarios pero eso no es lo que importa. Esos pensamientos enseñan acerca de la naturaleza de Dios pero no llevan a Dios mismo ya que no se puede conocer a Dios a través del pensamiento. Esta técnica es el fundamento de la plegaria de la iglesia de Vineyard y no es difícil ver su parentesco con la meditación budista aunque como se ve, sus orígenes cristianos son muy antiguos.

Los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola, muestran al modo de una receta la estructura de este tipo de plegaria y meditación que siguen aún hoy en día católicos y evangélicos por igual en su versión corta e intensa de un mes de retiro, o larga, fines de semana a lo largo de un año. El vigente Papa Benedicto XVI, cuando todavía era el cardenal Ratzinger, se opuso a la plegaria apofática que consideraba un error de los ascetas del desierto y tampoco es bien considerada por los evangélicos más tradicionales por su semejanza con el budismo y por pensar que el alma humana pueda alcanzar a Dios sin la mediación del lenguaje.  De esas plegarias sabía Teresa de Ávila, doctora de la iglesia y es una lástima que Lhurman sólo la cite  de pasada, aunque reconoce la semejanza entre la plegaria en la Vineyard y la de la santa española que sigue más el tipo apofático que el katafático. No resulta tan fácil como parece distinguir entre las dos técnicas de plegaria ya que ambas procuran retirar la atención del mundo exterior, una para centrarse en las imágenes mentales y sentimientos propios, y la otra, la apofática, para incluso eliminar estas imágenes y sentimientos y provocar una “nada”, un pensador sin pensamiento, en el que Dios se haga presente. Hay otra diferencia. La oración mental que se practicaba en los monasterios en el siglo XV era una oración personal y directa que buscaba el contacto directo con Dios. Frente a esas plegarias, estaban las oraciones compuestas como el Ave María o el Padre Nuestro que deberían recitarse casi siempre de viva voz y en público. La oración mental suponía la meditación y toda una literatura de la época conocida como “literatura del recogimiento” daba normas y consejos sobre como lograrlo[10].  A cualquier conocedor de la vida y obra de santa Teresa de Jesús o de san Juan de la Cruz no le resultan ajenos estos modos de hablar con Dios y de sentir su compañía diaria propios de la iglesia de Vineyard. La terminología es otra, sin duda, y más fascinante con la sensación de que estamos leyendo palabras acabadas de nacer: oración mental, arrobos, recogimiento,  arrobamientos, vuelo del espíritu, visiones, entusiastas,  alumbrados [11]. La teología del siglo XVI, deudora de Agustín y de Tomás de Aquino, fue capaz de establecer una “psicopatología” refinada que nadie supo aprovechar cuando en tiempos ilustrados se comenzó a estudiar la locura. En esa época, por ejemplo, (y seguimos la exposición de Mónica Balltondre), las visiones, (pongamos alucinaciones en su lugar), se clasificaban en corporales, imaginarias e intelectuales. Visiones corporales, eran aquellas que se percibían con los sentidos exteriores. Se veía, sentía, olía o se tocaba alguna figura externa aunque esta no estuviese presente. Estas visiones se consideraban las menos seguras de todas y los teólogos del tiempo sabían que podían ser producidas por los malos humores, el vino, la melancolía, el miedo o incluso aparatos físicos como los espejos; las visiones imaginarias o espirituales, eran las que se presentaban directamente dentro de la imaginación y no provenían de los sentidos externos. Podía ser imágenes visuales pero también auditivas y olfativas. Se sabía que no eran propias porque causaban mayor atención y respeto; las intelectuales se producían cuando el intelecto contemplaba directamente alguna verdad de forma súbita y completa, cuando al entendimiento le venían “divinos y soberanos conceptos”. En su Dilucidario, (1606), fray Gerónimo Gracián, (no confundir con el aragonés), estudia estos trances, arrobos, raptos y visiones dando consejos sobre como detectar los falsos, como los provocados por melancolía o substancias tóxicas. Era necesario reconocer los sentimientos inducidos por Dios de los propios, por lo que desarrollaron toda una psicopatología teológica, lo que podríamos llamar psicopato-teología, para “dilucidar” cuales eran pensamientos o sentimientos inducidos por Dios de los personales. Santa Teresa era una psicopatóloga refinada muy preocupada por distinguir las visiones y pensamientos provenientes de Dios y los debidos a imaginación propia o al demonio. Los pensamientos de Dios se reconocían por, el señorío y poderío que traen consigo, por la quietud que queda en el alma y por la certidumbre grandísima, señales que no poseen los pensamientos debidos a la imaginación. Reconoció también las alucinaciones hipnagógicas que ocurrían cuando está el orante adormecido  y les parece que les habla y aún, que vean cosas y piensan que es de Dios… En los casos “falsos”, (Teresa era reticente a llamarlos así), habituales en monjas de “mucha penitencia, oración y vigilias” que mientras más se dejan en esas prácticas se “embebecen” más y les parece “arrobamiento” lo que no es sino “embobamiento”, Teresa recomienda que se diviertan más, tengan menos horas de oración, duerman bien y coman hasta que se les vaya tornando la fuerza natural… También podría haber, añade, alguna de tan flacaque todo lo que piensan les parece que lo ven…[12]. Para llegar a Dios, para tener visiones imaginarias o intelectuales había un camino con varios pasos, varias moradas, que exigían como las plegarias de la Vineyard, dedicación y técnica. Cualquiera con formación psicopatológica podría reconocer en estos resúmenes muchos de los conceptos que al menos desde Jaspers o antes, forman la base del oficio psicológico y psiquiátrico.

           

14.- El interés de Lhurman por estas vivencias sobrenaturales viene de lejos. Cuando hace años trabajaba en su tesis sobre las personas que practicaban varios tipos de magia en Gran Bretaña se entrevistó con gente que vivía en Londres y llevaban vidas y trabajos normales pero que se consideraban a si mismas chamanes, brujos, o druidas. Lhurman se unió a estos grupos, leyó sus libros, asistió a sus reuniones y practicó sus técnicas y rituales que tenían gran semejanza con las plegarias katafáticas que alguno de sus entrevistados llamaba también “ignacianas”. Por las tardes Lhurman practicaba esas técnicas que se pueden resumir en cuatro pasos: de pie, en su habitación,  haga un círculo completo sobre si misma explorando la habitación. Cierre los ojos e intente imaginar lo que ha visto. Abra los ojos y compruebe lo que ha pasado por alto. Anote los resultados; visualice imaginariamente, a usted mismo abandonando la habitación, dando un corto paseo por un espacio exterior conocido y volviendo a la habitación. Cierre los ojos y haga lo mismo que la vez anterior; visualice ahora un viaje imaginario en compañía e una persona o un animal. Vuelva a la habitación y haga como antes; haga imaginariamente un viaje a un espacio ideal. Comience en un entorno conocido y gradualmente haga la transición al viaje imaginario que usted desee. Vuelva a la habitación y repita las instrucciones como antes.

“En la joven etnógrafa que yo era”, asegura Lhurman, esta técnica funcionó y su imaginería se volvió con la repetición de los ejercicios, más clara y más sólida hasta el punto que un día después de haber estado leyendo un libro sobre el rey Arturo por la noche, al despertar, vio durante unos momentos seis druidas en la ventana y “ver” quiere decir en su relato, que los vio en el espacio exterior. Como le decían sus informantes, ella vio esos druidas como cosas en el mundo no como fantasmas en la mente lo que la llevó a preguntarse si no eran esas visiones lo que ocurría con los fieles de Vineyard cuya técnica de plegaria y focalización hacia el interior era muy semejante. Para comprobarlo, pasó a los fieles la Launay Slade Hallucination Scale y la Dissociative Experiences Scale y más adelante, la que resultó ser relevante, la Tellegen Absorption Scale de 34 items en los que preguntaba sobre experiencias como, “ver la imagen de alguien cuando no está”, “hacer una tarea sin conciencia de haberla hecho”, “experimentar colores con diferentes olores” (sinestesia), “sentir la presencia de una persona antes de que llegue” o “olvidarse de todo cuando escucha música”. Esta escala, desarrollada en principio para medir la susceptibilidad a la hipnosis, mostró que los fieles que puntuaban alto eran los que informaban de más experiencias sobrenaturales. Es decir: a mayor capacidad de absorción, (de ensimismamiento), mayor numero de experiencias sobrenaturales y al revés. Shara, una “prayer warrior”, dio una respuesta afirmativa en 33 de los 34 items asegurando que quien creó la escala vivía dentro de  su cabeza

 

 5.- Los americanos laicos, por lo menos en la idea de Molly Worthen[13], no comparten la fría objetividad antropológica de Lhurman y consideran que hoy, hay evidencia científica de que estas iglesias evangélicas lavan el cerebro de sus fieles pues cambian el modo de funcionamiento de sus mentes cosa que Lhurman no niega, pero que considera que no es algo tan insidioso como podría parecer. Worthen, reconoce que el libro de Lhurman explica las razones de porqué todos los razonados argumentos que los “nuevos ateos” dirigen contra la religión suelen fracasar: la prueba más convincente a favor de la religión no es científica sino psicológica y no hay manera de desmontar con argumentos científicos la convicción de los creyentes de que el Dios que les habla a ellos es real y su historia es verdadera. Todos los estudios sociológicos de los últimos años en los Estados Unidos, han revelado que los americanos se han “desconectado” progresivamente de los amigos, familia y vecinos. Los votantes son cada vez menos, lo son también las cenas con amigos e incluso la comida en familia está declinando rápidamente. Los americanos se sienten cada vez más solos y de cierto, lo están. El 25% de los americanos viven hoy solos frente al 8% de 1940. Son estos cambios sociales los que han facilitado las modernas prácticas de fe que establecen una íntima relación con un Dios amistoso y cercano que aconseja sobre la vida diaria.

 

16.- Los no creyentes también se preguntan, como es posible que gente culta crea en seres invisibles que afectan a nuestras vidas, que mantengan su fe rodeadas de escépticos por todas partes. La respuesta según Lurhmann, es que entienden a Dios de una manera que se adapta a ese escepticismo. Este Dios, no es como piensan algunos, un rechazo de la modernidad. Este Dios casi mágico, es una expresión de lo que es ser moderno, es tan real que sus fieles se mantienen suspendidos entre lo que es real y lo que es de su imaginación.  Lurhmann  compara esta situación al “realismo mágico” de un García Márquez donde lo sobrenatural se mezcla sin sobresaltos ni sorpresas con la vida cotidiana normal. A mediados del siglo XX muchos científicos pensaban que la fe simplemente desaparecería para ser substituida por la ciencia. Suponían que el liberalismo protestante se adaptaría  a este pronóstico y evolucionaría hacia ver a  Jesús como un maestro sabio, pero humano, cuyas enseñanzas habían sido embellecidas por mitos y metáforas. Medio siglo después estos pronósticos se revelaron completamente equivocados. Hay grupos de cristianos liberales en América y Europa pero lo que se ha expandido por todo el mundo es una forma menos liberal y más mágica, un cristianismo carismático que acepta los milagros, la presencia “real” del Espíritu Santo, practica la curación por imposición de manos, la expulsión de demonios y el hablar en lenguas. Estas creencias son el núcleo del Pentecostalismo y es este Pentecostalismo el que está creciendo más rápidamente en el mundo desde Melanesia a la Mongolia chamánica. Se calcula que en China hay hoy entre 40 y 75 millones de cristianos protestantes y 20 millones de católicos cuando en 1950 había apenas medio millón. En Wenzhou, una ciudad industrial de ocho millones de habitantes al sur de Shanghai hay 1.339 iglesias[14]. Luhrman piensa que en este crecimiento de iglesias como la Vineyard, no hay un rechazo de la modernidad. Es algo  moderno, una de las respuestas  al progresivo aislamiento de la sociedad contemporánea.

 

            Este libro de Lhurmann no sólo es interesante por lo que cuenta sobre las nuevas prácticas religiosas americanas y el nuevo Dios amistoso y parlante que las acompaña. Es un desafío, aunque no explícito, a muchos de los saberes tradicionales sobre la esquizofrenia, las alucinaciones, las experiencias anómalas del pensamiento y su modo de afrontarlas y de tratarlas. Luhrmann se sitúa en la corriente iniciada por Marius Romme, la Red de Escuchadores de Voces y psiquiatras como Jin Van Oss o de Richard Bentall que afirma que la psiquiatría no ha sido de gran ayuda para estos enfermos...

            De lo que no parece haber duda, es que estos fieles de la iglesia Vineyard, creen realmente que Dios les contesta y como era de esperar, sus consejos y respuestas son “conservadoras” en el sentido americano del término. !Eche o que hai!.

                              S. Lamas

 

             

 

 

 

 

 



[1] Ver también The art of hearing God: absorption, disociation and  contemporary american spirituality disponible en internet.

[2] Se puede leer e imprimir en Google Books. Es aconsejable recurrir a las entradas de Wikipedia para “evangélicos”, “baptistas”, “pentecostales”, “carismáticos” , “born-again” etc. para mejor comprender de lo que aquí se habla-

[3] Citado en Talking to enemy. Scott Atran. Allen Lane . 2011.

[4] La Comunidad Cristiana de la Viña tiene ya en España varias delegaciones y sigue creciendo.

[5] “Speak in tongues” es la emisión de sílabas sin significado conocido que se supone ser el lenguaje de los ángeles o del cielo. “Don de lenguas” es la facultad milagrosa de hablar en lenguas que no se conocen.  Hay iglesias cristianas evangélicas que las distinguen y otras que las confunden.

[6] He visto alguna traducción en la que sensory overrride es traducida como sobrecarga sensorial. Richard P. Bentall en su libro, Madness Explained, dedica un extenso capítulo a las alucinaciones. En él dice comentando un ejemplo en el que un zoólogo “ve” un rinoceronte que, era lo que esperaba,  cuando apareció ante sus ojos  un elefante: Perhaps your beliefs and expectations overrode the evidence of your eyes. Puede entenderse la frase de dos modos: sus creencias y expectativas “anularon” la evidencia proporcionada por sus ojos (un elefante) o “cargaron” la imagen de un rinoceronte que no estaba.

[7] J.Zutt. Psiquiatría Antropológica. Gredos. 1973.

[8] Por ejemplo: A veces cuando estoy sólo en casa escucho una voz que me llama por mi nombre…No me asusta. Al principio quizás si pero ahora no… yo me doy cuenta de que no hay nadie llamándome y que realmente soy yo. Pero suena como una voz real…¿Le ha ocurrido esto a usted?

[9] Marius Romme and Sandra Escher. Psychosis as a personal crisis. Routledege. 2011.

[10] Vid, el muy interesante libro de Mónica Balltondre, Éxtasis y visiones: la experiencia contemplativa de Teresa de Ávila. Erasmus. 2012.

[11]  Balltondre.M. Op. Cit.

[12] Sta Teresa de Jesús. Castillo interior y las moradas. Ramón Sopena.1972.

[13] A great awakening. Sunday Book Review  N.Y.Times. April 27, 2012

 

[14] Citado en; Civilización: Occidente y el resto. Niall Ferguson. Debate. 2012.

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